11 de Enero

El Gran Cañón es declarado Monumento Nacional.
 
Piedra retinta, caliente, como grupa de jaca, farallones salvajes de Arizona, murallas chinas del Far West. Allí la roca de la roca crece apilada en escaleras de color y vértigo: cobre rojo, pináculos naranjas, tierras ocres, esquistos azulados, lajas rosas, relámpagos violetas. Allí el hombre se siente forastero de un panorama devastado, y esta desolación a gran escala, por donde aúlla el coyote y silba el crótalo, es una imagen feroz del infinito, un planeta habitado por el cactus.

Con el mapa de una mina abandonada descendemos al Río Colorado por gargantas y paredes escarpadas. Nos vigilan el apache y el navajo-. El agua retumba en el Cañón y el sol dora la piel de los lagartos. Si la recua de mulas se despeña de lo alto del abrupto acantilado nos arrastraría la corriente a Cíbola del Oro en la montura violenta de los rápidos.

(La erosión polvorienta y pertinaz continúa, infatigable, su trabajo, y  el rumor  de las rimas asonantes se apaga con las cuerdas de los banjos.)


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