Muerte de W.B. Yeats.
La esmeralda ladera del Ben Bulben resuena como un arpa de pizarra cuando el viento levanta acantilados de milenarios árboles y légamos. Desde la cresta verde de esta ola de piedra un pálido jinete te saluda. Arrecia la tormenta por los prados y contemplas la lluvia sobre Irlanda, la primera lluvia de la tierra. El agua antigua de los santos y druidas que bendice tus oídos con su música. Y en los molinos y en los robledales escuchas los murmullos de los seres pequeños, la silenciosa presencia de los duendes, el mágico desfile de la Reina de las Hadas. Un aeroplano en llamas cruza el cielo nubloso, con la mirada sigues su rara trayectoria, el estrépito naranja de un viaje a Bizancio. Cuando vuelves la vista hacia el viejo Ben Bulben, el pálido jinete no está allí.
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