30 de Enero


Boda de Napoleón III y Eugenia de Montijo.

Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia –palacios de cristal y muselina, azul de Prusia en las trincheras- recorre las estancias crepusculares del Castillo de Belmonte con flores ajadas en el pelo y un abanico roto de raso. Tras las troneras, La Mancha: los molinos de viento, el páramo desolado del noventa y ocho ¡qué lejos París, la fiesta que empezaba! Bajo la penumbra mudéjar de los artesonados las cornucopias del Segundo Imperio están ciegas, ¿dónde el esplendor galante de los salones, el paso a dos entre La Comedia Humana y El Mundo de Guermantes? El tiempo de las exposiciones y el spleen dejaba goteras parnasianas en los tejados de zinc y pétalos malditos en la ciudad renacida para la perfección de la luz ¡Ópera de Garnier, sublime sin interrupción! Eugenia, celestina despatriada,  mira al horizonte yermo y frío de la vejez y piensa en el frufrú desgarrado por los cañones alemanes y los miserables de la Comuna con el aburrimiento indolente de Emma Bovary.





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