Primera piedra de la Sagrada Familia de Gaudí.
Fruta irisada, palomas submarinas picoteando bayas de vidrio por la jungla, jugo agraz del helecho escarchado: esmeralda espiral, copo áureo sobre el brote tierno. Dios ha nacido en los manglares. Hierro dulce, patíbulo tallado. Mort. Sang. Hay un dragón en el tejado del Castillo de Herodes, echa fuego, echa rosas de Cataluña sobre el pesebre, sobre el árbol de Navidad que alumbran las Siete Lámparas de la Arquitectura. Y Salomé, rendida en los balcones: gárgolas decapitadas, centinelas geométricos, antifaces, hogueras de Sant Joan. El viento agita olas de piedra por el Ensanche. Torres, torres hiperbólicas, frenéticas, orquídeas de Murano. Poleas, grúas, guirnaldas de cerámica: SANCTUS, SANCTUS. Antonio Gaudí –gaudium magnum- arrojado a las ruedas del tranvía como un mendigo. HOSSANA, HOSSANA.
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