Se
inicia la construcción del Muro de Berlín.
Sobre el Muro de las Lamentaciones
la nieve de Germania permanece. Un lobo hace guardia. Silencio, escuchad los
cantos corales luteranos, el Puro Pensamiento de Alemania. Por encima de la
niebla blindada fluye el idioma más bello de la tierra: los pájaros de Heine
entre las ramas, de Rilke los ángeles mortíferos y Goethe con Mefisto de la mano.
Altas como vidrieras, las cantatas de Bach iluminan la primera Biblia
tipográfica, la música fluvial de Beethoven arrastra la intensidad del Universo
y aún no hemos invocado a los profetas de la Inteligencia ni a los
sacerdotes de la automoción. ¿Separado todo por un campo de minas, desgarrado
todo por alambres de espino? En Berlín hay cabarets y violinistas, y una herida
de ladrillo y de grafitti, por la que un perro abandonado merodea.
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