Primera ejecución en la
silla eléctrica. Hiroshima.
En el corredor de la muerte el
fantasma desaforado de Guillermo Kemmler recorre las galerías con los ojos
inyectados en uranio enriquecido. A través de las rejas los presos saludan al
Enola Gay agitando estampillas de San Lorenzo, mientras el avión caracolea como
un potro embravecido haciendo saltar chispas a la noche americana. ¿Quién podrá
resistirse al encanto gótico de las ojivas nucleares? Oppenheimer reza al dios
radioactivo de los judíos y conecta el interruptor. Las vidrieras del Medievo
se encienden en Europa como lámparas industriales activadas por la corriente
alterna. Después de la explosión los niños de Hiroshima buscan setas
electrocutadas en el Desierto del Álamo, pero sólo encuentran la madera
chamuscada de la Silla.
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